-Oh, que
notición.
-Han
roto, ya puedes ir con él. Ahora no hay nada que te lo impida.
Sane rió
con Alba, aquella chica española era compañera de universidad. Con
una beca había llegado desde España. Su francés era malo a rabiar,
así que había optado por inglés, y con esa decisión había
terminado en su casa, en Ontario. Alba siempre le empujaba a hablar
con Justin, lo cual se convertía en atropellos y escenas incómodas
para ambos.
-Creo
que le voy a llamar.
-Uy,
¿ahora eres lanzada? Adelante, chica.
Semanas
después Justin andaba rápido por los pasillos de su instituto,
Sane se había convertido en su sombra desde que Rose y él habían roto.
A lo lejos reconoció y se acercó nervioso.
-Hola,
¿conoces a Sane?
La chica de pelo rizado, mirada afable y piel tostada le miró con unos enormes ojos marrones. Su expresión de sorpresa le confundió. Cogió aire tranquilizándose y repitió la pregunta.
-Claro, soy Alba, la chica de intercambio que está en su casa.
-Encantado, seguro que sabes quien soy.
-Justin. Sí. Sólo habla de ti.
-Dios, ¡sí!. Ya me he dado cuenta. Tienes que ayudarme. Me está agobiando.
-¿Se lo has dicho? -rió, el silencio reinó durante unos segundos.
-Gracias -respondió enérgico. Apoyó sus manos en los hombros de Alba y sin más dilación la besó rápido. Acto seguido se dio media vuelta corriendo- De verdad. ¡Gracias!
Alba se encogió de hombros y regresó a su taquilla limpiándose la boca con el dorso de la mano. Oyó un grito y se giró a él. Sane le miraba con la cara roja. Encajando piezas Alba se acercó a ella.
-Ni se te ocurra desgraciada.
-Sane, ha sido él, yo no he hecho...
-Claro que sí, y por eso estás ahí tan tranquila mientras yo muero por sus huesos -gritó con rabia y se fue.
Alba se dirigió corriendo a donde se había ido Justin gritando su nombre por los pasillos. En la hora de comer no era dificil encontrar a alguien. Una cabeza se asomó a su pasada y le chistó.
-Eres un capullo desalmado. Me ha acogido en su casa durante todo este tiempo, me ha tratado como a una hermana y llegas tú y lo jodes. ¡Felicidades macho! -soltó en español.
-No he entendido lo último, pero lo tenía que hacer para que me dejara.
-¡Y para qué hablar con ella! -ironizó casi gritándole en español. Justin le puso la mano en la boca y le arrastró al aseo del que había salido.
-Es tozuda y caprichosa.
-Hablando, se arreglan las cosas.
-Con ella, no. Ya lo he intentado -se escucharon unos pasos.
Le agarró la mano y la metió a empellones en unos de los aseos. Ella intentó gritar mientras se revolvía. Justin aguantó sus manos y cuando cogió aire para protestar le besó impidiendo cualquier intento de rechazo. La voz de un hombre sonó muy cerca, parecía de un profesor.
-Es broma, Justin -dijo Chris.
Demasiado tarde, el beso de improvisto había pillado a Alba con la boca abierta y Justin aprovechando la invitación seguía jugando con su cuerpo, recorriendo con tranquilidad sus brazos y dejándolos caer para pasar las manos por sus caderas con cariño. Encendida siguió con su juego agarrándole fuerte del pelo para separarle, pero con un desaire se deshizo de su mano y siguió con su cuello.
-Ya veo... estás ocupado, fiera -rió, salió del aseo.
-Basta -consiguió decir empujándole con fuerza.
-Tienes razón -contestó arreglándose la ropa- ha sido muy estúpido.
-Oye, ¿Cuándo hablaste con Sane?
-La semana pasada. Le expliqué que no podía haber nada ya que no me gusta. Se me echó a llorar suplicando una oportunidad y no me escuchó. Ella lo quiere creer, pero no es así. Ya no sé que hacer, no quiero hacerle daño, pero si tengo que hacerlo para que lo entienda, lo haré -calló unos segundos- El viernes doy una fiesta en mi casa, id y se lo volveré a explicar.
Alba no creyó que fuera conveniente ir, cuando avisó a Sane de que había una fiesta en que organizaba Justin accedió a ir sola, recriminando que ella no debía ir. Y eso hizo, llevó a Sane a casa de él bajo sus indicaciones. Justin estaba en la puerta saludando a los invitados y a pesar de sus insistencia, Alba arrancó para volver a casa.
En la gasolinera, un chico alto, guapo y simpático se acercó a ella con una sonrisa pícara asomándole en los labios, ella extrañada intentó no hacerle caso.
-Tú tienes que ser universitaria.
-¿Cómo lo sabes?
-Tengo amigos universitarios que dan una fiesta por aquí.
-No son los únicos.
-No, no creo. Además tu cara me suena... Alba ¿verdad? y diría que eres la de segundo año de intercambio... ¿italiana?
-Española ¿de qué me conoces?
-Nos presentaron a principio de curso ¿Te vienes a la fiesta? Ya habrá empezado.
-No pierdo nada.
-Me llamo Andy y si me sigues, te llevaré.
Cada uno en su coche llegaron al patio trasero de una casa amplia. Al salir del coche Andy tomó a Alba de la mano y la llevó consigo. Gente de su universidad les saludaban. En una habitación donde había un grupo de personas hablando, reconoció a Justin y a un par de chicas muy cariñosas. Alba apretó la mano de Andy intentado soltarse, demasiado tarde. Justin se levantó rápido dirigiendose hacia ellos.
-Por favor, encárgate de ellas.
-Hoy no, llevo acompañante.
-Te la cuido.
-Está bien ¿qué hago esta vez?
-Lo que quieras -Andy sonrió.
-Sin cuartel, entendido -se giró a Alba- me toca salvarle la noche. Quédate con él hasta que vuelva. Nos vemos encanto.
Sin terminar de creer en su suerte miró a Andy ya sentado entre las dos chicas tan mimosas. Justin la miró fijamente y se le acercó.
-No te enfades.
La agarró de la cintura con cariño, volvió a repetir casi suspirando. Rozó la nariz de ella con la suya acercándose a sus labios, bajó hasta su cuello para dar un pequeño mordisco.
-No te enfades -volvió a subir y le empezó a besar lento- lo siento -rozó sus labios de nuevo- no me hace caso -le apretó más contra sí, le llevó a un puerta y se metieron en la habitación- y todas quieren lo mismo -se separó de ella.
Aturdida y con la cabeza casi dándole vueltas, Alba se obligó a pensar en lo que le estaba soltando. Si no hubiese sido por el sonido de la música el repentino silencio habría dejado que se escuchara los engranajes de su cerebro trabajar a toda máquina.
-Andy, estoy totalmente segura de que si el ligara con ella no sería problema para ti.
-Tienes razón -cogió su móvil y mantuvo una pequeña conversación- Ya está, debería olvidarse de mí, esta noche mismo. Pero no siempre tendré a Andy, hasta él se cansa.
-Y... ¿qué es lo que quieren de ti?
-Ni siquiera lo sé, sólo van a por mi como si no hubiera un mañana, me agobian y no quiero lastimarlas, pero tampoco las quiero sobre mí. Estoy harto y tú... pareces inmune a eso.
-Bueno, si te sirve de consuelo no entiendo que ven en ti.
-Vaya supongo que gracias.
-De nada, hombre.
-¿Te importaría salir conmigo?
-Ah, no. Eso sí que no.
-Venga, sólo por un tiempo, hasta que no me agobien tanto y después rompemos si no estamos conformes.
-No estoy dispuesta a salir con un chico popular, eso me hará llevarme todavía peor con la población femenina de la universidad. No soy muy vitoreada... y aunque parezca que no le doy importancia, creo que no está bien salir con alguien sólo por conveniencia.
-Sólo será un tiempo, y no es nada malo salir con alguien para conocerse.
-¿Soy la única que lo ve ridículo?
-¿Cómo crees que se conoce la gente Alba?
-En una cafetería, teniendo citas, estudiando juntos, viviendo cerca, coincidiendo en algo... Cosas normales, no esto.
-Saldrá todo bien, te lo prometo. A no ser...
-A no ser...
-Que te guste alguien y no lo hayas mencionado.
-No... aunque Andy me empezaba a caer en gracia.
-Guay, si no sale bien yo mismo te ayudaré a conquistarle
-No creo que así sea mejor.
Alguien abrió la puerta Justin agarró a Alba y comenzó con un lento baile mientras le besaba con delicadeza. Alba se agarró a él y le siguió actuando con normalidad. Sane y Andy rieron un poco fuerte para cortar el ambiente.
-Ves, te dije que él estaba enamorado de ella de la misma manera que yo muero por ti.
-Te creo, dejemos que sigan a lo suyo.
Cerraron la puerta y Justin le agarró más fuerte para juntar sus caderas y bailar al ritmo de una música inventada. Con lentitud, con cariño, roce a roce, beso a beso, hizo que Alba se derritiera en sus brazos, que aceptara su estúpido trato. Con risas cómplices pasaron toda la noche escondidos, de las chicas que tanto le atosigaban a él y que tanto habían ignorado a ella. En silencio y en un aura de tranquilidad se conocieron mejor, dando una oportunidad a aquella descabellada idea. Alba consiguió que se olvidará de sus agobios, que no pensara en las persecuciones que solían producirse a final de curso por las más jóvenes de la universidad, que olvidara el sentido del plan, consiguió que no quisiera huir de ella y menos aún separarse de la única chica que realmente sentía algo por él fuera de lo común.
Aquella noche aprendieron a quererse como lo habrían hecho de haber estado siempre juntos.