sábado, 3 de agosto de 2013

Diferent girl.

-Oh, que notición.
-Han roto, ya puedes ir con él. Ahora no hay nada que te lo impida.

Sane rió con Alba, aquella chica española era compañera de universidad. Con una beca había llegado desde España. Su francés era malo a rabiar, así que había optado por inglés, y con esa decisión había terminado en su casa, en Ontario. Alba siempre le empujaba a hablar con Justin, lo cual se convertía en atropellos y escenas incómodas para ambos.

-Creo que le voy a llamar.
-Uy, ¿ahora eres lanzada? Adelante, chica.

Semanas después Justin andaba rápido por los pasillos de su instituto, Sane se había convertido en su sombra desde que Rose y él habían roto. A lo lejos reconoció y se acercó nervioso.


-Hola, ¿conoces a Sane?

La chica de pelo rizado, mirada afable y piel tostada le miró con unos enormes ojos marrones. Su expresión de sorpresa le confundió. Cogió aire tranquilizándose y repitió la pregunta.

-Claro, soy Alba, la chica de intercambio que está en su casa.
-Encantado, seguro que sabes quien soy.
-Justin. Sí. Sólo habla de ti.
-Dios, ¡sí!. Ya me he dado cuenta. Tienes que ayudarme. Me está agobiando.
-¿Se lo has dicho? -rió, el silencio reinó durante unos segundos.
-Gracias -respondió enérgico. Apoyó sus manos en los hombros de Alba y sin más dilación la besó rápido. Acto seguido se dio media vuelta corriendo- De verdad. ¡Gracias!

Alba se encogió de hombros y regresó a su taquilla limpiándose la boca con el dorso de la mano. Oyó un grito y se giró a él. Sane le miraba con la cara roja. Encajando piezas Alba se acercó a ella.

-Ni se te ocurra desgraciada.
-Sane, ha sido él, yo no he hecho...
-Claro que sí, y por eso estás ahí tan tranquila mientras yo muero por sus huesos -gritó con rabia y se fue.

Alba se dirigió corriendo a donde se había ido Justin gritando su nombre por los pasillos. En la hora de comer no era dificil encontrar a alguien. Una cabeza se asomó a su pasada y le chistó.

-Eres un capullo desalmado. Me ha acogido en su casa durante todo este tiempo, me ha tratado como a una hermana y llegas tú y lo jodes. ¡Felicidades macho! -soltó en español.
-No he entendido lo último, pero lo tenía que hacer para que me dejara.
-¡Y para qué hablar con ella! -ironizó casi gritándole en español. Justin le puso la mano en la boca y le arrastró al aseo del que había salido.
-Es tozuda y caprichosa.
-Hablando, se arreglan las cosas.
-Con ella, no. Ya lo he intentado -se escucharon unos pasos.

Le agarró la mano y la metió a empellones en unos de los aseos. Ella intentó gritar mientras se revolvía. Justin aguantó sus manos y cuando cogió aire para protestar le besó impidiendo cualquier intento de rechazo. La voz de un hombre sonó muy cerca, parecía de un profesor.

-Es broma, Justin -dijo Chris.

Demasiado tarde, el beso de improvisto había pillado a Alba con la boca abierta y Justin aprovechando la invitación seguía jugando con su cuerpo, recorriendo con tranquilidad sus brazos y dejándolos caer para pasar las manos por sus caderas con cariño. Encendida siguió con su juego agarrándole fuerte del pelo para separarle, pero con un desaire se deshizo de su mano y siguió con su cuello.

-Ya veo... estás ocupado, fiera -rió, salió del aseo.
-Basta -consiguió decir empujándole con fuerza.
-Tienes razón -contestó arreglándose la ropa- ha sido muy estúpido.
-Oye, ¿Cuándo hablaste con Sane?
-La semana pasada. Le expliqué que no podía haber nada ya que no me gusta. Se me echó a llorar suplicando una oportunidad y no me escuchó. Ella lo quiere creer, pero no es así. Ya no sé que hacer, no quiero hacerle daño, pero si tengo que hacerlo para que lo entienda, lo haré -calló unos segundos- El viernes doy una fiesta en mi casa, id y se lo volveré a explicar.


Alba no creyó que fuera conveniente ir, cuando avisó a Sane de que había una fiesta en que organizaba Justin accedió a ir sola, recriminando que ella no debía ir. Y eso hizo, llevó a Sane a casa de él bajo sus indicaciones. Justin estaba en la puerta saludando a los invitados y a pesar de sus insistencia, Alba arrancó para volver a casa.

En la gasolinera, un chico alto, guapo y simpático se acercó a ella con una sonrisa pícara asomándole en los labios, ella extrañada intentó no hacerle caso.

-Tú tienes que ser universitaria.
-¿Cómo lo sabes?
-Tengo amigos universitarios que dan una fiesta por aquí.
-No son los únicos.
-No, no creo. Además tu cara me suena... Alba ¿verdad? y diría que eres la de segundo año de intercambio... ¿italiana?
-Española ¿de qué me conoces?
-Nos presentaron a principio de curso ¿Te vienes a la fiesta? Ya habrá empezado.
-No pierdo nada.
-Me llamo Andy y si me sigues, te llevaré.

Cada uno en su coche llegaron al patio trasero de una casa amplia. Al salir del coche Andy tomó a Alba de la mano y la llevó consigo. Gente de su universidad les saludaban. En una habitación donde había un grupo de personas hablando, reconoció a Justin y a un par de chicas muy cariñosas. Alba apretó la mano de Andy intentado soltarse, demasiado tarde. Justin se levantó rápido dirigiendose hacia ellos.

-Por favor, encárgate de ellas.
-Hoy no, llevo acompañante.
-Te la cuido.
-Está bien ¿qué hago esta vez?
-Lo que quieras -Andy sonrió.
-Sin cuartel, entendido -se giró a Alba- me toca salvarle la noche. Quédate con él hasta que vuelva. Nos vemos encanto.

Sin terminar de creer en su suerte miró a Andy ya sentado entre las dos chicas tan mimosas. Justin la miró fijamente y se le acercó.

-No te enfades.

La agarró de la cintura con cariño, volvió a repetir casi suspirando. Rozó la nariz de ella con la suya acercándose a sus labios, bajó hasta su cuello para dar un pequeño mordisco.

-No te enfades -volvió a subir y le empezó a besar lento- lo siento -rozó sus labios de nuevo- no me hace caso -le apretó más contra sí, le llevó a un puerta y se metieron en la habitación- y todas quieren lo mismo -se separó de ella.

Aturdida y con la cabeza casi dándole vueltas, Alba se obligó a pensar en lo que le estaba soltando. Si no hubiese sido por el sonido de la música el repentino silencio habría dejado que se escuchara los engranajes de su cerebro trabajar a toda máquina.

-Andy, estoy totalmente segura de que si el ligara con ella no sería problema para ti.
-Tienes razón -cogió su móvil y mantuvo una pequeña conversación- Ya está, debería olvidarse de mí, esta noche mismo. Pero no siempre tendré a Andy, hasta él se cansa.
-Y... ¿qué es lo que quieren de ti?
-Ni siquiera lo sé, sólo van a por mi como si no hubiera un mañana, me agobian y no quiero lastimarlas, pero tampoco las quiero sobre mí. Estoy harto y tú... pareces inmune a eso.
-Bueno, si te sirve de consuelo no entiendo que ven en ti.
-Vaya supongo que gracias.
-De nada, hombre.
-¿Te importaría salir conmigo?
-Ah, no. Eso sí que no.
-Venga, sólo por un tiempo, hasta que no me agobien tanto y después rompemos si no estamos conformes.
-No estoy dispuesta a salir con un chico popular, eso me hará llevarme todavía peor con la población femenina de la universidad. No soy muy vitoreada... y aunque parezca que no le doy importancia, creo que no está bien salir con alguien sólo por conveniencia.
-Sólo será un tiempo, y no es nada malo salir con alguien para conocerse.
-¿Soy la única que lo ve ridículo?
-¿Cómo crees que se conoce la gente Alba?
-En una cafetería, teniendo citas, estudiando juntos, viviendo cerca, coincidiendo en algo... Cosas normales, no esto.
-Saldrá todo bien, te lo prometo. A no ser...
-A no ser...
-Que te guste alguien y no lo hayas mencionado.
-No... aunque Andy me empezaba a caer en gracia.
-Guay, si no sale bien yo mismo te ayudaré a conquistarle
-No creo que así sea mejor.

Alguien abrió la puerta Justin agarró a Alba y comenzó con un lento baile mientras le besaba con delicadeza. Alba se agarró a él y le siguió actuando con normalidad. Sane y Andy rieron un poco fuerte para cortar el ambiente.

-Ves, te dije que él estaba enamorado de ella de la misma manera que yo muero por ti.
-Te creo, dejemos que sigan a lo suyo.

Cerraron la puerta y Justin le agarró más fuerte para juntar sus caderas y bailar al ritmo de una música inventada.  Con lentitud, con cariño, roce a roce, beso a beso, hizo que Alba se derritiera en sus brazos, que aceptara su estúpido trato. Con risas cómplices pasaron toda la noche escondidos, de las chicas que tanto le atosigaban a él y que tanto habían ignorado a ella. En silencio y en un aura de tranquilidad se conocieron mejor, dando una oportunidad a aquella descabellada idea. Alba consiguió que se olvidará de sus agobios, que no pensara en las persecuciones que solían producirse a final de curso por las más jóvenes de la universidad, que olvidara el sentido del plan, consiguió que no quisiera huir de ella y menos aún separarse de la única chica que realmente sentía algo por él fuera de lo común.

Aquella noche aprendieron a quererse como lo habrían hecho de haber estado siempre juntos.

lunes, 20 de mayo de 2013

Be my artist.


Me levanté temprano, tranquilo, y delante del espejo empecé a hacer muecas, todas las que se me ocurrieron y más. Ese día nos tocaba ir a Madame Tussauds London para que retocaran nuestros bustos de cera que servirían de guía para terminar las figuras de cera.

Cuando estuve en el coche con los demás seguí haciendo gestos y muecas.

-Parar es gratis -soltó Louis aburrido.
-Vamos a estar toda la mañana con el mismo gesto, así me cansaré menos.
-Tiene razón, simpático Louis -rió Niall.

Sin ganas de nada, cogí mi móvil y me entretuve con Tumblr, aquellos post e historias me levantaron el humor de buena gana. Había tantos gif graciosos sobre nuestros conciertos y otros momentos, que en poco estábamos los cinco compitiendo por ver quién encontraba el más gracioso.

Cuando llegamos a los talleres, los fotógrafos apenas nos atosigaban, en su lugar tuvimos a los escultores, examinando fotos de nuestras imágenes, midiendo casi todas las partes de nuestro cuerpo, apuntando nuestras tallas. Después de un primer examen, nos asignaron una chica a cada uno, ellas serían nuestras asistentes, su deber era que todo estuviera de nuestro agrado mientras sus compañeros se ocupaban de recrear nuestras caras en bustos de cera.

-Buenos días señor Styles, mi nombre es Chou, y mi deber es el de ayudarle a que su estancia aquí, mientras que nosotros trabajamos, sea lo más agradable posible.
-Encantado de conocerla señorita... Chou.

La joven sonrió con tranquilidad, cogió un taburete y lo dejó delante de mí, esperó a que sus compañeras terminaran de ponerme unas pinzas en el pelo y con un lápiz facial examinó mi cara de cerca comenzando a pintar pequeños puntos por todo mi rostro. Me pidió que pusiera mi mejor sonrisa y se apartó para que me hicieran un foto. Le miré fijamente a los ojos y sonreí de nuevo, esa vez, poniendo la sonrisa más sexy que podía, pero ella pareció inmune, no reaccionó, ni siquiera se inmutó, seguía con su trabajo y su sonrisa tranquila. Me extrañé, pero terminó y vino el escultor, ella quedó en un segundo plano. La vi de nuevo con un cuaderno en las manos, se acercaba y me examinaba mientras dibujaba un boceto.

-¿Está a gusto con todo? ¿necesita agua, un caramelo, chicles?
-Pues una botella de agua y unos caramelos, si no es mucho pedir -relajé el rostro, y volví a poner mi sonrisa encantadora.
-Un momento.

Ella volvió a pasar por alto mi expresión y a los pocos minutos vino con una botella de agua y unos caramelos de menta de la máquina que había en los pasillos. Me los tendió con otra sonrisa, esta vez amable. Cogió su cuaderno y siguió con su trabajo.

Me llamaba la atención que se resistiera tanto a mí, no es que yo fuera un chico que necesitara atención, simplemente es que desde que llegó la fama no me ha hecho mucha falta esforzarme por alguna chica. Y sin embargo ella se me resistía, estaba tan normal con lo que parecía su libreta de dibujo, no le perdía de vista, hasta que llegó el descanso.

-Hey, Chou -me acerqué a ella.
-Digame.
-Mejor, dime Harry, señor Styles me hace sentir mayor.
-Por supuesto Harry -el aire de profesionalidad no desaparecía de su tono.
-Gracias, ¿me podría enseñar el boceto?

La pillé, con esa simple pregunta su cara se crispó, agachó levemente la cabeza y puso una mueca. Sonreí otra vez con la mejor de mis sonrisas y esperé a que contestara. Resopló y fue a por su cuaderno.

-Bueno, no se ría, pero soy una chica en prácticas y aún no he perfeccionado la técnica, y está sin terminar -dijo cuando me lo puso en las manos.
-Wow -no pude reprimirlo cuando fijé mi vista en una imagen perfecta de mí- dibujas realmente bien.
-Gracias, -agachó la cabeza con una tímida pero preciosa sonrisa.- eres... muy amable.
-En serio, es muy, muy bueno.

Poco a poco se puso colorada, su alegría era palpable, pero apenas prestó atención a mis intentos de conocerlas mejor. Decidí volver a hablar con los chicos, que se rieron de mis intenciones ya que las veían claras.

-Vamos se te está resistiendo demasiado -rió Louis.
-Con esta chica vas a tener que esforzarte -aclaró Liam.
-Bueno, no siempre será fácil.

Respiré buscándola con la mirada, la localicé junto a otros escultores hablando con sus cuadernos en las manos y apuntando cosas. Me acerqué al grupo y eché mano de un complejo de superioridad que no sabía que tuviera.

-Perdón, ¿Chou? Mira, es que necesito los cascos un momento, y están en la habitación donde hemos dejado nuestras cosas, ¿Me los podrías traer?
-Por supuesto -dijo saliendo del grupo de asistentes para cumplir mi pedido- ¿recuerdas dónde los has guardado?
-Deben de estar en la bolsa azul oscuro, en el bolsillo pequeño de uno de los laterales.
-Tardo un momento -Chou se fué dejando su cuaderno en mis manos.
-Buena jugada -se me acercó Zayn- pero no te has traído ninguna bolsa.
-Ya, pero ella no lo sabe -dije mirando encantado los dibujos de la libreta.

Cuando terminé y tras una pequeña palmada de Zayn en mi espalda, salí en dirección a la habitación poniendo como excusa la necesidad de ir al baño. Con el cuaderno en las manos pensé en decirle algo que no pareciera una excusa. Tocando a la puerta entré a la habitación, me encontré a Chou agachada junto a nuestras cosas.

-Vaya, lo siento. No encuentro tu bolsa.
-No, tranquila, te he traído tu cuaderno.
-Gracias -lo cogió extrañada.
-No te molesto más -respondí apoyándome en la pared.
-No lo puedo creer -contestó incorporándose- no la has traído.
-Bueno...
-¿Te has deleitado lo suficiente?
-Pues si preguntas he de responder que si aguantas unos segundos más en cierta posición, no me desagradaría en absoluto.
-¿Te han dicho alguna vez lo capullo que eres?
-Ciertamente no, pero adelante, sigue buscando mi bolsa -puse mi sonrisa más eficaz. 
- No creo que siquiera se hayan atrevido, ni que te hubieran negado lo más simple.
-Algunas hasta me suplican que les deje besarme.
-En serio, yo de ti, dejaba ese tipo de conversación, ya que no todo el mundo se rinde a tus pies mi querido amigo -casi escupió la palabra.
-Oh, no te hagas la dura, te mostraré lo agradable que puedo ser.
-Adelante, aunque no es una cita. Y para ponertelo más dificil -de su libreta arrancó un trozo de papel- Si no llegas antes de las ocho, se acabó el juego y habrás perdido.
-¿Y cómo sabré donde está esto?
-Tú eres el famoso, caliéntate la cabeza, caballero.

Con rapidez intentó salir, le cerré el paso. Apoyó sus manos en mi brazo para apartarme, me giré y le hice quedar frente a mí, rozando sus labios y pidiendo permiso para llegar hasta su lengua. Para mi sorpresa jugó conmigo, dejándome casi abrumado, cuando me apartó para coger aire apenas pude entender el pequeño beso de despedida que me dio.



-Bien, pues ya sé más o menos por dónde queda -dijo Louis satisfecho.
-Ahora explica.
-Mira, Hazza, tú coges el taxi desde aquí, le pides que te lleve a este edificio -señaló en la pantalla el nombre de una empresa- a partir de aquí, un amigo mío te llevará a donde quieres, y así te libras de la prensa que te pueda seguir.

Actué según las indicaciones de Lou y gracias a la ayuda de un amigo suyo pude llegar a mi destino sin que nadie reparara en mi presencia. Lo intimidante es que me encontré con un bloque de apartamentos nuevos, todavía habían muchos carteles promocionando la empresa y animando para la compra de alguno de ellos. Llamé al telefonillo con cámara, sin recibir respuesta la puerta de abrió, en el ascensor tomé aire preparándome para encontrar cualquier encerrona, así que saqué el móvil del bolsillo y lo sostuve entre las manos.

-Vaya, has venido, y media hora antes.
-No suelo rechazar un desafío.
-¿Sabes? Yo ni siquiera me lo tomé en serio.

Dejándome confuso abrió la puerta, pude ver su pelo despeinado, y lo que parecía ser su pijama. Un conjunto de shorts, con una camiseta lisa y una fina chaqueta por encima. Se apartó para dejarme pasar y descubrí un amplio estudio dónde fotos de algunos famosos estaban unidas a bocetos con carboncillo. En la mesa del fondo junto a un portátil estaba su libreta, abierta justo por mi dibujo. Chou, rápidamente se dirigió allí y apagó el ordenador, cerrándolo para poner la libreta encima.

-Entonces, si no te lo tomaste en serio, ¿Por qué me diste tu dirección? ¿Vas dándo tu dirección a extraños?
-Gracias por formar una idea equivocada de mí, señor Styles -volvió su tono profesional.
-Venga ya, no tiene sentido que me sigas llamando así.
-Tienes razón, y también supongo que sería mucha descortesía hacerte esperar mientras me arreglo para salir, ¿Verdad?
-Pues no merece la pena, no tengo ganas de que la prensa se ensañe conmigo hoy.
-Menos mal que yo no tengo esas preocupaciones -dijo dirigiéndose a la puerta tranquila.

Le seguí sin mediar palabra, subió por unas esclaleras llevándome al ático. Allí había un pequeño edificio no más grande que su salón, abrió la puerta con decisión y entró. Una vez hube entrado sonreí sin poder evitarlo, había una mesa pequeña, un par de pizzas, colocadas con desenfado. Ella se sentó a un lado de la mesa para colocar unas servilletas, un par de vasos y sacar unas botellas de cerveza.

-Adelante, están aquí para nosotros.
-Entonces...
-Claro, mira, soy tímida y no sé desemvolverme bien fuera de mi terreno, aunque esperaba que llegaras un poco más tarde para venir directa a aquí.

Me quedé sin palabras por un momento, pero recordé que llevaba una bolsa en la mano y que se derritiría, la coloqué encima de la mesa y destapé su contenido. Una tarta helada de tres chocolates. Ella la cogió y la metió en la pequeña nevera que había en un rincón.

-El chocolate le gusta a todo el mundo.
-Una apuesta segura -abrió ambas cervezas.

Brindamos por la extrañeza del momento, pensé que no me podría sorprender más, pero cuando terminamos de hablar, y de cenar, sacó el postre con una sonrisa en la cara de lo más enigmática.

-Creo que después de las cervezas y este postre podría pedirte un favor.
-Depende de cual sea, recuerda que mañana mismo puedes estar en la prensa de todo el mundo como la mujer que casi mata a Harry Styles -ella rió entre dientes.
-O la mejor artista que ha podido reflejar tu encanto en el lienzo, lo cual me agrada mucho más.
-¿No tuviste suficiente con ese boceto? Vale, no pasa nada, pero esta vez me regalarás el resultado.
-Eso depende de lo bien que salga.

Minutos más tarde nos encontrábamos en el salón de abajo, ella con sus materiales, mientras yo simplemente me relajaba y dejaba que el último sentimiento que recordaba se plasmara en mi expresión.

-La belleza a menudo se basa en la simetría del objeto -se acercó a mí- pero tú... Es sorprendente como por separado tus facciones son dispares y en el conjunto de tus rostro todas armonizan, nada destaca, todo se une, es un rostro de lo más peculiar, en eso reside tu belleza, todo el mundo se parece en algo, pero no se acercan siquiera a tu semblante. De verdad, tu rostro, desde un punto de vista artístico es una mina de oro que no ha sido explotada con eficacia. Y eso te beneficia.
-Chou, si te dijera cuantas chicas se acercan a mí por mi cara al cabo del día te asustarías.
-Posiblemte, ¿eso no te cansa? -preguntó con delicadeza.
-Sería el sueño de todo hombre, pero no termina de encajar conmigo, no me confundas, está bien eso de que las chicas se peleen por ti, pero contantemente cansa, da igual quien seas.
-Es lo que tiene la fama.
-Cierto y si pudiera borraba esa parte, o por lo menos en su gran mayoría -la oí reir y me uní a ella- Chou, en serio, no sabes lo que sientes cuando te cuelgan el cartel de mujeriego. He perdido a chicas que realmente me importaban por rumores o falsas noticias y siempre terminaban con algo tipo: “¿cómo me pude fiar de un tío como tú?” -imité la voz que tanto me dolía.
-No es nuevo que se te juzge por tu apariencia, deberías saberlo bien, pero no todo el mundo se fía de ellas -Chou se acercó a mí- Mira, nadie dio nada por mis dibujos por mi simple aspecto, decía que serían cohibidos, y reprimidos, creyeron que mi ascendencia no permitiría la explosión de mis habilidades. No hasta que llegó Noir, una simpática compañera de clase que pudo ver mis bocetos más intimos, me consigió este trabajo y me ayudó a perder la vergüenza en este mundo. No todos te juzgan así Harry, no todos.

Mi respiración se aceleró cuando ella agachó su cabeza para dejar escasos milímetros de distancia. Bajandome del taburete en el que estaba agarré su cuello para atraerla a mí, saboreando su amabilidad. El beso no se pareció en nada al de por la mañana, este llevaba impresas demasiadas connotaciones, la promesa de compresión, cariño y ternura. Algo que desde hacía tiempo que no sentía, todavía iba buscando y muchas veces me encontraba a mi mismo envidiando las relaciones que tenían Louis, o Zayn, buscando a alquien que quisiera estar conmigo por encima de quien soy o de lo que me creen.

Retrocedimos hasta la mesa en la que estaba su ordenador, dejó de un lado el aparato, y me empujó a la mesa, me senté en ella y apollé mi espalda en la pared. Me ayudó a quitarme la camiseta que llevaba, mientras yo le quitaba la chaqueta. Desabrochó los pantalones mientras se ponía a horcajada sobre mis piernas moviendo ligeramente sus caderas.

-Entonces, ¿sólo te quieren para esto? -preguntó con un ritmo tortuso.
-Eso creo -respondí agarrándola fuerte de las caderas y apratando su ropa para acceder a ella, me detube- Me lo suelen rogar -sonreí.

Su respiración se aceleró y sus ojos se oscurecieron, pero no soltó palabra, así que seguí yo el movimiento con el que había empezado ella, viendo como su cara se contraí con cada oleada de placer. Notando como ella aceleraba el ritmo buscando alivio. Le detube de nuevo para hacer que me mirara.

-Solo tienes que decirlo -le susurré, ella se escretemeció cerrando los ojos. Suspiró.
-Harry, por favor...

No la dejé terminar para empalarla sobre mí, la agarré fuerte mientras ella se estremecía con cada movimiento, susurro, o cada latido. Me parecía apetitosa con sus pequeños suspiros y su movimientos casi expertos. Todo en ella hacía que me excitara más, queriendo poder jugar con ella, bajé mi cabeza por un camino de mordiscos hasta llegar a su pecho, el que deboré en apenas unos minutos, veía como cada vez me pedía más. Con cada envite ella me pedía que fuera más rápido, que la llevara al final.

Me paré en mitad de un útlimo movimiento y nos bajé de la mesa. Casi cabreada por lo que hice, la obligué a estamparse boca abajo contra la mesa. Allí volví a introducirme de nuevo en ella y entonces la alcé para poder poseer todo su cuerpo con mis brazós. Se encontró a si misma excitada, ya que intentó decirme algo, pero no pudo soltar una sóla palabra coherente. Pudiendo alcanzar cualquier parte de ella bajé una mano hacia su intimidad para juguetear con ella, la otra la sostuve en su cuello mientras lo mordisqueaba a gusto.

De un momento a otro ella temblaba entre mis brazos con un tórrido orgamo que la dejó indefensa y apoyada en la mesa mientras yo terminaba de divertirme. Un chisporroteo me recorrio la espalda como nunca había sentido, me aturdí durante unos segundos y recuperé la vista apoyado sobre ella. Ambos jadeábamos intranquilos y medio desnudos.


-¿Haces esto con extraños? -se me escapó mientras ella volvía a mirarme para terminar su pintura. Pasamos la noche “jugando” así que no terminamos realmente lo que queríamos hacer, o por lo menos lo primero.
-¿Pintar? Por supuesto, tengo que vivir de algo.
-¿Y lo otro?
-Pues a pesar de que no siempre he sido muy aclamada, no se me ha pasado por la cabeza coger a un tío cualquiera y tirarmelo... Quizás porque soy una chica, quizás porque soy artista, o simplemente, porque soy rara, no me llena, y si no me llena no tengo porqué hacerlo.
-Vaya, me siento alagado, creo -Chou sonrió y se me acercó para darme un tierno beso en los labios.
-Ahora depende de como lo veas tú.
-Te voy a ser sincero. Yo sí me he ido tirando a gente por gusto o por desgana, aunque no me hicieran sentir algo. Somos distintos, pero -remarqué el pero- me encantaría que de esto surgiera algo.
-Oh vamos, eres famoso, no tienes porqué atarte a mí, entiendo las consecuencias y no siempre son agradables.
-Soy yo quien lo propone, y si no me aceptas me iré.
-Chico, nadie me dice lo que hacer, así que tú verás lo que quieres.
-Bien, pues te quiero a tí, pero supongo que así sería demasiado sencillo. Así termina tu obra de arte y ya veremos.

Me levanté recogí mi chaqueta y ante la atenta y sorprendida mirada me acerqué a ella y le devolví el beso que me dio esperanzas de haber encontrado la mitad de mi alma. Acto seguido me fui dejandola sin palabra alguna y con el carboncillo en su mano izquierda. Mientras bajaba por las escaleras cogí el móvil.

Era demasiado fácil, pero me debes una obra de arte, cuando quieras me llamas. Sí, metí anoche mi número mientras dormías como una buena chica. Besos H.

domingo, 17 de marzo de 2013

Best song.

Un latido. Dos latidos, y el final del mejor concierto de mi vida llegó. El ánimo se fue relajando poco a poco mientras la corriente de gente iba abandonando el recinto. Mis amigas y yo fuimos de las últimas en salir. En el fondo me rehusaba a creer que todo había pasado tan rápido, tanto tiempo removiendo cielo y tierra para que pudiera llegar a una ciudad de Andalucía. 

Respiré henchida de orgullo, mis chicas se adelantaron mientras hablaban todavía eufóricas del concierto, sin embargo yo sólo podía pensar que aquello lo había conseguido yo, el hecho que de todas esas chicas pudieran disfrutar de ellos, todo ese movimiento. Lo había conseguido y a pesar que ya había pasado todo, mi cerebro se seguía negando a que todo fuera cierto.

Suspiré antes de irme, los de seguridad iban a cerrar aquello y viendo que nos habíamos quedado retrasadas habían parado en su cometido. A lo lejos vi aun chico rubio sentado en una grada, no estaba muy lejos de nosotros, pero allí estaba, con una sudadera a pesar del calor y unas gafas oscuras a pesar de que estábamos dentro de un recinto cerrado.

-Lo siento chicas, pero tenéis que ir desalojando.
-Nada hombre, pero ¿él qué? -señalé a las gradas.
-Vaya, no lo había visto. ¡Chico, eh, chico! -gritó y el aludido se señaló.- Sí, campeón, el concierto ha terminado y debes abandonar el recinto.

Pareció aturdido, pero lentamente fue bajando las escaleras para llegar a nosotros, aún así no dijo nada y con paso tranquilo nos acompañó a la salida. Mis amigas siguieron hablando entre ellas, y yo me sentí un poco incómoda por el chaval, parecía haber venido sólo, me retrasé un poco y quedé a su altura.

-Hey, ¿te ha gustado el concierto?
-¿Perdón? -contestó confundido.
-Pues que si te ha gustado el concierto, supongo que has venido al concierto de Auryn porque te gusta.
-Sí, bueno, gustarme es poco -se rió de un chiste no contado.
-Guay, pero dudo que te gusten más que a mí -reímos a la vez.
-Oh, creeme, soy fan número uno, me sé todas sus canciones.
-Bueno, yo también me las sé, y te puedo asegurar que he sido yo la que ha dado el coñazo para que todo esto fuera posible.
-Espera, ¿eres tú esa cría?
-Esa cría lo ha conseguido, y es bastante mayorcita, por si no te has dado cuenta.
-Perdón, ¿cómo te llamas?
-Alba, para servirle -intenté ser divertida.
-Carlos, y no creo que me sirvas para lo que creo.

Reímos, yo por el repentino ataque de nervios por culpa de sus palabras, él por lo que acaba de decir. Seguimos hablando hasta que llegamos a la salida, mis amigas nos esperaban mientras seguían hablando, fuera había más gente esperando. Varias voces informaron de que creían que saldrían por una puerta cercana, faltaron segundos para que la mayoría se dispersaran buscando esa puerta. El móvil de Carlos sonó.

-No os preocupéis, me voy por mi cuenta, tranquilos -dijo nada más descolgar, se oyeron algunos gritos- Ya, lo siento, por cierto, tienes razón, me las he dejado -rió de nuevo.- Va, tranquilos, iros sin mí, ya os alcanzaré.
-¿Alguna chica preocupada por ti?
-¿Chica?
-Buah, sabía que eras gay...
-¿Gay?, ¿por que me guste Auryn soy gay?
-Bueno, no es sólo por eso, pero si no has venido con tu novia, entonces o has venido sólo o con tus amigos porque os gustan el grupo...y creo que la estoy cagando, ¿verdad?
-Sólo un poco, pero tranquila, tengo que ir a por un par de cosas que me he dejado dentro.
-Te acompaño, como castigo por juzgarte... y la he vuelto a cagar, no quiero decir que acompañarte sea un castigo, quiero decir que es mejor que no vayas solo.
-Tranquila -rió a carcajadas- me haces gracia. Pero siento desinflar tu burbuja, no soy gay.

Hablamos sobre algunas cosas de camino por los pasillos, en uno de ellos encontramos una de esas máquinas que te venden de todo. Compré un lata de refresco y casi escupí la mitad cuando creí que el iba a comprarse condones. 

-¿Que pasa? preguntó cuando se giró y vio que había manchado mi camiseta.
-Creí que ibas a comprar condones y sin querer escupí parte de la bebida en tu sudadera, lo siento.
-No me voy a enfadar, tú también te has manchado -respondió mientras se agachaba para recoger su paquete de galletas.
-Mierda, era nueva, pues ya la he estrenado.
-Mira, no pasa nada, yo la sudadera me la puedo quitar.

Y eso hizo, se quitó las gafas, se las guardó en el bolsillo trasero de sus pantalones, y se quitó su sudadera mientras mi cabeza daba vueltas sabiendo que reconocía su cara, pero no encajaba de qué. Se colocó bien la camiseta y recogió sus galletas de mis manos mientras caminábamos por el pasillo.

-Ya es tontería que oculte mi rostro, no hay nadie por aquí. Por cierto en el camerino te puedo dejar algo para que no vayas con la camiseta manchada. Si quieres, claro.
-Espera, no jodas.

Mi cabeza cayó de un burro de al menos tres metros cuando se dio cuenta de con quién estaba hablando, lo peor era que él ni siquiera se había molestado en ocultar quien era. ¡Pero si hasta me había lanzado indirectas! Uno minutos antes estaba ligando conmigo un chico agradable y de aparentemente los mismo gustos que yo; y al otro tenía ante mí uno de los chicos a los que había venido ver actuar. Sin más todo se volvió oscuro.

-Alba, por dios, despierta, ¿estás bien?
-Sí, estoy bien, sólo es que me ha dado un golpe de calor y he soñado con -mis ojos se consiguieron abrir para ver a Carlos de nuevo- Carlos -dije en voz baja.
-El mismo que viste y calza.
-Ése dicho es horroroso -fue lo único que alcancé a decir.
-Y aquí está de nuevo mi pequeña fan.
-Vale, o dejas de decir eso, o me temo que esta tarde te puede pasar algo malo -me incorporé bromeando.
-No te tengo miedo, si no te has comportado como una loca, no veo porque lo ibas a hacer ahora.
-Tienes razón. 
-Ah, se me olvidaba, toma -me tendió una camiseta que había visto en varias fotos de él con los chicos.- para que te cambies por lo de antes.
-Gracias.

Cogí la camiseta, la dejé a mi lado en el sofá donde estaba. Sabía que llevaba una camiseta interior, así que sin más me la quité, y cuando ya era demasiado tarde, caí en a cuenta de que debido al calor, había rehusado a usarla. Unas manos tibias tocaron mi piel, terminé de quitarme la camiseta y me encontré con los ojos enfebrecidos de Carlos, me ayudó a levantarme y ya no pude coger la muda limpia.

-Es la mejor indirecta que he recibido nunca.

Me atrajo a él para divertirse con mis labios mientras me deshacía de su camiseta. Apenas dejó espacio para volver a juntarnos, lentamente nos fue llevando a la pared al ladeo de la puerta, noté como sus manos abrían los botones de mis pantalones casi de la misma manera en que yo quitaba los suyos. Ambos dejamos caer nuestra ropa, oí un pequeño desgarrón y sentí el aire fresco del climatizador en marcha. Sin más Carlos fue dibujando un sendero descendiente a base de suaves besos hasta llegar a mis muslos. 

El aire se me escapó cuando su lengua entró en mí y las piernas empezaron a temblar, su brazo rodeaba mis caderas asiándome más a él. Enterré una de mis manos en su pelo, cuando se escucharon unos golpes a nuestro lado en la puerta.

-¿Carlos, estás ahí? -sonó una voz femenina.

En vez de parar aumentó el ritmo de su lengua y antes de que pudiera rozar el fin se irguió para tomar mi boca. Lentamente me ayudó a levantar la pierna, se oyó girar el pomo y la puerta se abrió a nuestro lado. Dado que la puerta se abría hacia dentro, esta nos cubrió de quien fuera. Con una perversa sonrisa se fue introduciendo en mí, mordiéndome los labios aguanté un gemido. La puerta se cerró y Carlos volvió a devorar mi boca. Con movimientos fuertes me fue llevando a la cima, sin piedad cogió un ritmo enloquecedor, mi piel sensible me hizo protestar cuando comencé a llegar al orgasmo, Carlos apretó los dientes mientras hacía sus golpes más profundos, me fui nublando ante tanto placer y sólo pude contener de mala manera un grito.


Cuando me quise dar cuenta, le tenía apoyado en mí sudoroso, y rejalado, le rodee con los brazos y deposité un beso en su frente acalorada. Seguía con mi pierna alrededor de su cintura y de pronto me asaltó una duda.

-¿Quién era la mujer de antes?
-Ah, Elisa, es una pesada, ya no sé cuantas veces he esquivado sus insinuaciones. Realmente deseaba que nos viera y me dejara en paz.
-Eh, ¿eso quiere decir que me has utilizado?
-Para nada, ¿cómo iba a saber que iba a venir, o que te iba a conocer? -dijo mientras agarraba fuerte mi trasero- además ¿cómo podría haber fingido esto? Me siento verdaderamente genial.

En ése momento no pude ser más feliz y le atraje de nuevo a mí, comenzando un nuevo baile para que se quedara conmigo.

sábado, 2 de marzo de 2013

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"Valerie and Louis" era una de las cosas que se leía en twitter, después de que él subiera a la conocida red social una ecografía de nuestro futuro bebé. "Este es el mejor regalo de cumpleaños que he tenido, te quiero Valerie xx" y adjuntaba la foto donde se veía claramente un feto de cuatro meses de vida.

Louis había pasado los últimos tres meses de gira con su grupo, de hecho al poco de comenzar la pequeña gira, Valerie le dio la gran noticia. Louis ilusionado lo publico en tantos sitios como pudo.

Valerie tuvo una gran aceptación entre las directioners, y Louis entre las valeriens (seguidores de Valerie) Ambos hicieron algún que otro dúo. El romance comenzó con una simple broma de la cantante. "Yo también sufro la one direction infection" dijo en una entrevista. Los chicos, en otra, se declararon fans de ella, pero saltaron las alarmas cuando Harry dijo " A Louah le gusta tanto que estoy celoso". Desde entonces la especulaciones se dispararon en todos lo medios.

Poco después fueron vistos juntos en varias fiestas, fotografiados incluso en actitud cariñosa entre tanta gente. Pero no fue hasta el día del cumpleaños de la cantante que se confirmaron las sospechas.
Valerie se encontraba dando un concierto en EE UU, aquel día y en medio de tal espectáculo apareció el cantante británico para darle un enorme ramo de flores delante de todos los asistentes, ni corto ni perezoso, añadió un tierno beso público que la cantante devolvió.

A partir de entonces su relación se hizo pública con todas las consecuencias que ello llevaba.

Cada verano viajaban hacía South Hampton, lugar de nacimiento de Valerie. Las fans de ambos, hacían la tradición y los acosaban allí donde fueran.

Fue en junio, en el Madison Square Garden, los chicos tenían un concierto. Las entradas volaron, literalmente. Valerie esperaba nerviosa detrás del escenario, vigilando no tropezarse con las grandes hileras de cables que trascendían por todos lados. Observaba el concierto desde uno de los extremos del escenario.

Zayn se giro hacía ella y la saco a rastras de su escondite. La multitud se revolucionó, Louis la cogió de la mano y entrelazaron sus dedos. Una guitarra empezó a tocar la armonía de una canción llamada "Valerie", a lo que la chica respondió con una leve sonrisa. Louis empezó a cantarla, se arrodilló y le pidió que pasarán el resto de su vida juntos. Ella se quedó sin habla, a lo que respondió a la propuesta agitando la cabeza en señal de afirmación.



Su boda se celebró una día de primavera. Había dientes de león, en el aire, volando por el alrededor de los invitados. Cuando los jóvenes se fueron a dar el ''sí, quiero'' la brillante melodía de ''all you need is love'' salió de las gargantas de los amigos cantantes de ambos. 
El grupo de música del novio fue el primero en levantarse de sus asientos para empezar a cantar, le siguieron estrellas como Bieber, Swift, y algunos de los integrantes de Big Time Rush o McFly. Valerie derramaba lágrimas mientras Louis le abrazaba y soltaba alguna carcajada por la pequeña sorpresa de sus amigos.

Su luna de miel transcurrió en Disney Land, donde los dos disfrutaron como niños que eran. Valerie, tenía miedo al compromiso, pero después de la boda sus temores le parecieron estúpidos, ella quería pasar el resto de su vida con él.
Una gira les despertó del sueño, Paul se empeño en que Valerie viniera de telonera con One Direction. Le pareció injusto que las novias de los demás integrantes del grupo fueran unos meses de gira con ellos, y Valerie no viniera. De todas manera, Valerie se negó en rotundo para la sorpresa de todos. Los chicos no se lo creían, y a Valerie le costó una discusión con Louis...




*






Puse como escusa que mi gira también comenzaría, pero la verdad era otra. No me encontraba bien para ir, mareos nauseas y dolores de piernas. Cuando Louis se fue le comente como me encontraba y cedió a que me quedara en casa. De hecho canceló mis ensayos y demás hasta que no fuera al médico.

Fui con mi hermana pequeña, Sally. El doctor nada más comentarle mi estado sonrió. Dijo que con unas pruebas sabría mi estado. 
Dos días después me llamó:

"-Señora Tomlinson, está usted embarazada."

Lloré de emoción, Sally y Johanna me preguntaron, como pude, pronuncié las palabras que no creí que iba a soltar en mi vida, estoy embarazada.

Sally comenzó a saltar de alegría Johanna en cambio se me acercó y puso su mano en mi tripa mirándome con cariño, después me dio un fuerte abrazo llorando.

Cuando llamé a Louis, insistió en venir enseguida, dejando de lado los ensayos, no pude quitarle la idea, a las tantas horas estábamos ambos en casa, Louis apoyando su cabeza en mi barriga buscando la vida que se estaba allí formando. No sé cuanto tiempo pudimos estar así pero se debía marchar aunque lo retrasara para unos cuantos días después. Johanna y Sally se vinieron conmigo a vivir, básicamente por mi estado.


Los meses pasaban y en diciembre ya estaba de cuatro meses de embarazo. Les cedieron unos días para ver a la familia, lo cual hizo que nuestra casa fuera un hervidero de amigos y familiares, todos los días. La novia de Niall, Desi, apenas se separaba de mí, me cuidaba y mimaba, me decía que un hijo es lo mejor que te podía dar la vida, y que por eso a las embarazadas se las debía de cuidar tanto. Harry exigía que si era un niño y además guapo tenía que llevar su nombre, pero Louis se negó a ponerle el nombre de cualquiera de ellos ya que los veía muy a menudo.

Siguieron con la gira que llevaban, sería más corta de lo planeado, Louis deseaba pasar el último mes de embarazo conmigo, quería ver a su hijo nacer. El doctor me confirmó que iba a ser niño un mes después de Navidad. Con los nombres no nos decidíamos. Todos tenía alguno que poner según su criterio. El que más nos convenció y gustó fue Ethan. Sally quería algo como Jake, Johanna prefería Noah, y los chicos dijeron que querían uno tan bonito como yo; excepto Harry que volvía a insistir con el suyo propio.

Esa noche, hacía calor, aunque era aún primavera. Nunca había visto Londres tan cálida. Habíamos planeado una cena, con todos los integrantes del grupo y sus novias. Desi y Niall anunciaron, que en nueve meses otro bebé llegaría el grupo. No sé si fue por las hormonas o porque me los quería mucho a los dos, pero me eché a llorar. Cuando todos se fueron no dejaron de remarcar lo rara que me habían visto. Cuando Liam, el último en irse, salió por la puerta, sentí un dolor horrible en el útero. Me cogí la tripa y Louis miró hacia el suelo horrorizado.

-Valerie, ya viene y no tenemos nombre para él -miré a la misma dirección que él y vi un charco enorme.
-Oh dios mío, que he roto aguas -me intenté tranquilizar sentándome en el sofá.
-¿Qué hacemos? -preguntó Louis de los nervios.
-Traerme unos pantalones y la bolsa del hospital -contesté acariciándole.
-¿No estás nerviosa? -otra contracción, me aguanté las ganas de gritarle a Louis que se diera prisa, porque me estaba muriendo de dolor.

Ya en el hospital oí como Louis llamaba a toda la familia mientras me llevaban directa a maternidad, reinaron las exclamaciones y los gritos de sorpresa, pero no pude oír mucho más debido a que no le dejaron pasar con el teléfono. A partir de ése momento todo se volvió confuso. Los médicos asistiéndome en el parto, los dolores de las contracciones, Louis se mantenía a mi lado, dejando que le agarrara el brazo mientras que con el otro acariciaba mi pelo susurrándome ánimos. El esfuerzo cesó, el ambiente se relajó y oí un dulce llanto único. Tras unos minutos de incertidumbre Louis meciendo a una pequeña criatura me lo acercó dejando que mis débiles brazos lo cogieran. Una preciosa carita rosada con apenas los ojos, de un azul profundo, abiertos me miraban, poco después las enfermeras se llevaron al niño y a Louis para limpiarlo y completas algunas gestiones.



Desperté de mi sueño por unos sollozos, alguien lloraba en medio del silencio. Cuando mi vista se aclaró vi a Anne con mi hijo en brazos, y Louis rodeándola con sus brazos de un modo protector, había más gente en la habitación pero sólo tenía ojo para ellos tres. Mis garganta se secó, nunca había visto llorar a Anne, una mujer tan bella y de aspecto fuerte, mi corazón se debilitó debido a la imagen.

-¿Qué ha pasado? -pregunté con un miedo irracional a la respuesta que buscaba.
-Louis, se parece tanto a él, esto es una locura -Anne sollozaba intentando tranquilizarse.
-Vamos Anne, deja que Harry vea a su madre.

Algo iba mal, Louis se había negado de una manera muy contundente a la hora de poner el nombre de alguien que ya conocíamos. Anne llorando por el aspecto de mi bebé. Louis permitiendo que su hijo se llame como su mejor amigo. El ligero toque de dolor en la cara de Louis. La ausencia de Harry a pesar de todas las personas que había en la habitación.

-Decidme lo que ocurre, ¿qué pasa?¿y Harry?¿y el padrino de mi hijo? Quiero que el padrino sea Harry, decidme dónde está -terminé con un terrible llanto.- decidme dónde está Harry, por favor, decídmelo.
-Val, mi hijo, acaba -Anne se detuvo a tomar aire, las lágrimas se agolpaban en sus ojos, de repente parecía tener cientos de años.- mi hijo, de camino a aquí... en coche... -no pudo terminar la frase.

Un extraño, no, salió de mi garganta, se suponía que iba a ser el mejor día de mi vida y la de Louis. El nacimiento de nuestro pequeño, ensombrecido para siempre por la muerte de un hermano. Ella se acercó a mí con el niño entre brazos.

-Ya es hora de que vuelva con su madre -tomé al niño de ella temblando.
-El pequeño Harold Edward Tomlinson, mi querubín. Recuerda tu nombre y llevalo con orgullo, hijo mío. Llevas el nombre de una gran persona a la que seguro habrías amado aún con la ausencia de lazos de sangre. Pequeño Harry, te ha dejado su nombre, así que nunca lo desprecies por nada del mundo.

jueves, 28 de febrero de 2013

My Spy.

Salimos todos en carrera, yo permanezco atado de pies y manos, mi misión es infiltrarme en la guardia personal de Hitler. Con un ataque relámpago debemos quebrantar sus filas y colocarme entre los supervivientes. A pesar de no estar conforme con mi misión mi aspecto es el único que puede pasar por alemán, rubio, un poco fornido, ojos claros, piel clara y de altura media. Definitivamente, si no fuera irlandés, sería alemán. 

La batalla empieza y con ella mi misión, debo escapar de las manos aliadas para infiltrarme en el ejercito enemigo, los soldados alemanes se percatan de mi presencia y acuden en mi ayuda al ver que llevo su uniforme y corro hacia ellos. A partir de ahora estoy solo con mis conocimientos sobre Alemania. Un joven de mi altura me ayuda a desatar mis muñecas, mediante empujones me lleva a una tienda. Aguanto la respiración para mantener la calma. Tan rápido como ha empezado el el ataque, cesa. 

El propio Hitler me recibe con una mirada aprensiva. Se acerca a mí, saca su pistola y se da la vuelta.

-Muchacho, ¿dime por qué tengo que dejarte vivir si has sido rehén de mis enemigos?
-Mi comandante, soy alemán, y me apresaron en una misión de espionaje para el Reich. Fui un rehén porque cumplí con mi deber más allá de mi seguridad.
-Padre, se merece amnistía.
-Anna ¿que haces vestida de soldado?¿dónde están tus guardias?Himmler, encárgate de acabar con ellos por su ineptitud.
-Padre, es mi prisionero, entonces. Yo le he liberado de su ataduras en el campo de batalla, su vida me pertenece, y tú no puedes hacer nada al respecto.
-¡Desapareced de mi vista! Y tú, ya sabes porque no he acabado todavía contigo, no me ofrezcas más motivos para ejecutarte -dice señalando a la que parece ser su hija.

Salimos como alma que lleva al diablo, se oye jaleos por la victoria ante los ingleses y se oye disparos a lo lejos.

-Lástima, creyó que estos últimos eran suficiente para mí.
-No sabía que el gran comandante tuviera descendencia.
-Y no la tiene, por mucho que su mujer quiera, soy la hija de su hermana, y por el amor que le procesa a ella no me ha matado. Por cierto, soy Anna.
-Yo Niall.
-No es un nombre muy alemán.
-No nací en Alemania, pero mis padres son arios.
-De momento eres mi prisionero, y tenemos una misión que cumplir. Matar a Hitler.
-¿Por qué quieres matar a Hitler? se supone que eres su hija.
-Ya te he dicho que no soy realmente su hija, mi madre murió por su culpa, y llevo demasiado tiempo intentando vengarme, hasta el momento no han conseguido descubrir que soy yo.
-¿Por qué me cuentas todo esto?
-Porque eres mi esclavo.
-No eres mejor que tu padre.
-¡Cállate! no hables de mi padre sin saber quien es.

Anna coge una pistola y apunta a mi pierna derecha, varía un poco su puntería y dispara. Noto el escozor de la bala rozando mi gemelo pero no me quejo. Asiente con la cabeza y me lleva a una moto verde con esvásticas por todos lados. Sube primera y nos lleva hasta una casa desvencijada, apartada.

-Para ser la hija...
-Ya te he dicho que no soy su hija, esta es mi cabaña por un tiempo. Puedes dormir en el suelo si te apetece, o en el sofá, me da igual, la cama es para mí, sea la hora que sea, la cocina es lo que hay al entrar y el baño la habitación del fondo.
-¿La cama? -no me responde y señala unas escaleras.- entonces el sofá cama es para mí.
-Haz lo que te de la gana.

Pasan semanas viviendo con Anna, los guardias nos vigilan haciendo rondas fuera de la casa. Cada vez que quiere hablarme sobre el plan para matar Hitler recurrimos a escondernos en el baño, los soldados no sospechan más que una vida sexual sana. Convivimos como podemos, nos traen suministros cada poco tiempo.

-Tenía entendido que la familia Hitler era austriaca.
-Soy austriaca, y Adolf también.
-Pues no lo pareces. Estatura media, ojos castaños, tez blanquecina. Pelo rubio, seguro que los guardias se preguntan si eres rubia natural.
-Me da igual lo que pregunten los guardias.
-Vaya, y además apuesto a que eres una virgen recatada.
-Me da igual lo que pienses tú -pero la voz de Anna la delata.
-Om, vaya, ¿lo eres verdad?¿y que tal se lo tomaría tu padre si te reclamo?
-Estamos en el siglo XX, ya no se reclaman a las mujeres mediante sexo.
-Podemos probarlo.

La acorralo contra la encimera de la cocina, su mirada me estudia. No se toma en serio mis palabras, poso mis manos alrededor de su cintura y espero alguna expresión en su rostro. Ella sólo pasa sus manos con cuidado por mis brazos hasta llegar a mi cuello, me atrae y me besa sin aviso. Me suelta al poco pero yo no me separo de ella.

-Casi nos pillan -resopla mirando detrás de mí.
-Que nos pillen.

La acorralo con más fuerza mientras ella suelta un pequeño gemido debido a mi excitación, se estremece en mis brazos cuando la hago sentarse en la encimera. Paseo mis manos buscando su punto débil, con un suspiro Anna se apoya en sus manos, dando pie a que pueda subirle la falda y deshacerme de su ropa interior. Juego con ella mientras se abalanza por mi boca buscando sosiego. 

Sus manos, a pesar de todo, frías deciden dejarme sin camiseta y bajar para soltar mi cinturón y liberar mi erección.

-Creo que eres demasiado lanzada, no es la conducta apropiada para la hija de Hitler.

Anna no contesta pero a cambio aprieta sus manos a mi alrededor lo que le da a mi cuerpo una oleada de escalofríos. Bufo de desesperación y manteniendo su mirada desafiante la atraigo al borde, con su manos me dirige haciéndome entrar con tranquilidad. Mantengo el aire para no alzar la voz. Ella rodea mis caderas buscando más profundidad en mis movimientos, entierra sus manos en mi pelo cuando decido bajar por su cuello para disfrutar del sabor de su piel. La pasión nos ampara y todo se vuelve frenético, comienzo a subir velocidad mientras ella me pide entre gemidos más, noto como se contrae a mi alrededor haciendo que quiera más de ella. Ni siquiera consigo controlarme y caigo en mis instintos buscando lo salvaje, lo placentero. 

Acaricio su cara para fijar de nuevo las miradas, bajo mis manos por su espalda para llegar a sus caderas y sostenerlas contra mis empujes. Anna rodea mi cuello y comienza a lamer y mordisquear mi oreja, pasando por mi mandíbula. Termina uniendo nuestros labios y pidiendo más, incapaz de impedir el abismo de placer que nos cierne bailo con su lengua, acallando sus gemidos, absorbiéndolos junto a los míos para terminar con un leve mordisco a su lengua que reanuda de nuevo la partida. Llegado el momento los gritos sofocados nos envuelven, las respiraciones pesarosas no hacen separarnos apenas.



-Niall, hoy es el día. Hoy le mataremos.
-Está en su bunker, los aliados puede alcanzarle, hoy no es el día. 
-Quiero ser yo quien le mate, me lo debe.


Nos vestimos, y nos escaqueamos de los guardias. Toda Berlín es un infierno, incendios, ruido de armas, la muerte se respira en el aire. Afortunadamente Anna sabe como llegar a la sede sin cruzar con nadie que pueda reconocernos. Antes de poder entrar nos apresan unos soldados rusos, nos hablan a gritos pidiendo explicaciones de nuestra presencia allí. Me enderezo y recuerdo la clave para que recuerden que soy uno de ellos.

-Las fuerzas aliadas se apoya en tres pilares.
-¿Soldado inglés? -chapurrea el ruso. Asiento e inmediatamente nos sueltan para guiarnos dentro del edificio.
-Comandante Niall, de las fuerzas especiales de espionaje internacional. Usted siempre es bienvenido.
-No tenemos tiempo, esta chica y yo hemos venido a terminar con nuestra misión.
-Me temo, mi señor que eso no será posible, los nazis se han encerrado, no sabemos quienes están con Hitler en estos momentos, pero están totalmente encerrados a cal y canto, no podemos...

Un terrible estruendo nos ensordece a todos, un pitido agudo se apodera de nuestros oídos una humareda nos deja ciegos.

-Hitler ha caído, ¡Berlín es nuestra! -grita con alegría un soldado ruso.